img Prohibido enamorarme de mi secuestrador  /  Capítulo 4 Traición | 18.18%
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Historia

Capítulo 4 Traición

Palabras:1045    |    Actualizado en: 26/04/2024

e acompañó aquella preg

dar respuesta, tragó en

edirlo, señor.

siguiente, el hombre había dejado de respirar.

a semejante bobería, lo

desenlace. Sabían muy bien que su jefe no estaba en su

on millonarias, comprometiéndolo de mala manera con muchos de sus socios. Y no se referían a

había sido el culpable de t

de su viejo amigo. Había matado al hombre y a su esposa, también

ror repercutiría de semejante manera. Y mientras p

uilidad, luego de que lo había descubierto—. Lo quieras o no, tu empresa también e

ció y acortó la distancia dándole un puñetazo

estabas involucrando y no te importó arrastrarme contigo.

dose con el dorso de la mano la sangre que

treves a

cho más ante el cinis

al ver que no tenía caso discutir con aquel amigo traidor, l

cometes esa estupidez no seré el único en pudrirme e

me im

o intachable por parte de su familia. Los Newtons siempre habían sido un

nfiar en aquel amigo de la universidad, en el co

el día con entusiasmo—. ¡Con estas inversio

crema y nata de la mafia. Al poco tiempo descubrió que las inversiones no eran más q

rápidamente a su mujer todo lo que pasaba. Su hijo Luke, de tan solo cato

padre?—había

Luke, tenemos que

de destapar la bomba, pero no contaba con que hombre

de la casa. Aarón, el hijo menor, se mostraba inquieto ante lo que sucedía, er

o—había dicho Amaro con un ma

negociar c

mbre dirigiéndose a la única mujer en la s

y en su mente reconoció que no tenía salida. Era mej

plir con los trámites legales para el traspaso de la empresa de su amigo a su nombre, ha

ima y más importante acta que lo nombraba como dueño y señor de las

o había cruzado el umbral de la casa al lado de Am

ía informado el hombre a su familia,

ocio, comprenderás que no puedes salir de aquí

los rodearon. Los hombres tenían en sus manos galones enteros d

asta el último rincón!

dose de su esposa e hijos y yéndose a las manos con todos esos

tus hijos no sería tan feo—había dicho Amaro, al ver cómo el hombr

ndo en el medio de la sala el cuerpo inerte

de su hermano, era todo lo que se escuchaba. No

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